Pero las actuaciones ¡Oh por Dios! La madre, encarnada en Gabriel Carreras, tuvo al público cautivado durante toda la obra, la energía con la que afronta el personaje, el manejo de su cuerpo y de su voz, pequeños detalles como el de su cojera, la facilidad con la que cambia de intenciones, le crees, le crees todo, le crees que es mujer y que está vieja y que está loca y que no tiene remedio.
Las actuaciones de Miguel Memdez, el cadáver, una especie de híbrido entre Edward manos de tijera y Mr. Been, y de Pablo Latapie, el anatomista hijo de la vieja loca, estuvieron a la par, un trabajo milimétrico, preciso, las marionetas encantadoras (el recurso buenísimo) y la puesta en escena sencilla, versátil, bien pensada para cualquier escenario. Buenísimo, ¡felicidades!.
Marco
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