No todos están llamados a ser artistas en el sentido específico de la palabra. Sin embargo, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra. Esta “obligación” con nosotros mismos, nos empujó a conocer nuevos mundos –distintos a los propios–. Por eso ingresamos en el Taller de Teatro de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” (dirigido por David Mondacca, a quien estamos muy agradecidos). Durante más o menos tres años se forjó una profunda amistad.
Sin embargo, es necesario aclarar que esta amistad no se basa en una similitud de criterios ni de “cosmovisiones”, si no fuera por el teatro nunca nos habríamos conocido y mucho menos querido. Es curioso que exista algo tan fuerte que pueda unir a tanto a personajes dispares. Es curioso, también, que –y a diferencia de otros grupos “hermanos” que se formaron en el mismo taller– no nos hayamos planteahdo la difícil cuestión de “vivir por, para y de el teatro”.
Tal vez no seamos de aquellos dichosos escogidos para ser artistas en el sentido especifico, pero si buscamos ser artífices de nuestras vidas. Por eso, el Teatro, es para nosotros una escuela de vida, que nos ha enseñado a ver el mundo con una mirada más atenta y abierta; a cosechar –en cada ensayo– la capacidad de escuchar al otro.
Y al mismo tiempo, que buscamos “escuchar” al mundo, queremos decirle algo, compartir con el público nuestras formas de ver, de entender la realidad y, claro, de contar historias, haciéndolo cómplice de todas nuestras emociones. En pocas palabras: buscamos la belleza escuchando a la creación, para así transformarla –con nuestras vidas– en algo más bello aún.
Sin embargo, es necesario aclarar que esta amistad no se basa en una similitud de criterios ni de “cosmovisiones”, si no fuera por el teatro nunca nos habríamos conocido y mucho menos querido. Es curioso que exista algo tan fuerte que pueda unir a tanto a personajes dispares. Es curioso, también, que –y a diferencia de otros grupos “hermanos” que se formaron en el mismo taller– no nos hayamos planteahdo la difícil cuestión de “vivir por, para y de el teatro”.
Tal vez no seamos de aquellos dichosos escogidos para ser artistas en el sentido especifico, pero si buscamos ser artífices de nuestras vidas. Por eso, el Teatro, es para nosotros una escuela de vida, que nos ha enseñado a ver el mundo con una mirada más atenta y abierta; a cosechar –en cada ensayo– la capacidad de escuchar al otro.
Y al mismo tiempo, que buscamos “escuchar” al mundo, queremos decirle algo, compartir con el público nuestras formas de ver, de entender la realidad y, claro, de contar historias, haciéndolo cómplice de todas nuestras emociones. En pocas palabras: buscamos la belleza escuchando a la creación, para así transformarla –con nuestras vidas– en algo más bello aún.
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