martes, 15 de abril de 2008

Teatro la Calavera impresionó con su nivel actoral.

Desde Argentina llegó el elenco de Teatro La Calavera a dar cátedra de actuación. La obra no es particularmente sorprendente, más bien, en mi opinión peca en algún momento de recurrente y el final es demasiado feliz para un amante del contraste como yo, que hubiera preferido un final más triste o trágico, el final que venía anunciado por inercia, no veo la necesidad de levantar del suelo de nuevo al anatomista para retomar el mensaje de la obra de que sin entrañas la vida es menos complicada.

Pero las actuaciones ¡Oh por Dios! La madre, encarnada en Gabriel Carreras, tuvo al público cautivado durante toda la obra, la energía con la que afronta el personaje, el manejo de su cuerpo y de su voz, pequeños detalles como el de su cojera, la facilidad con la que cambia de intenciones, le crees, le crees todo, le crees que es mujer y que está vieja y que está loca y que no tiene remedio.

Las actuaciones de Miguel Memdez, el cadáver, una especie de híbrido entre Edward manos de tijera y Mr. Been, y de Pablo Latapie, el anatomista hijo de la vieja loca, estuvieron a la par, un trabajo milimétrico, preciso, las marionetas encantadoras (el recurso buenísimo) y la puesta en escena sencilla, versátil, bien pensada para cualquier escenario. Buenísimo, ¡felicidades!.

Marco

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